


Lo que me asombra es no haber abandonado por completo mis esperanzas, que parecen absurdas e irrealizables. Y, sin embargo, me aferro a ellas a pesar de todo y sigo creyendo en la innata bondad de la humanidad.
¿Te das cuenta? ¡Nunca, ni siquiera cuando todo haya terminado, sabremos por qué diablos han sucedido las cosas como lo han hecho! Moriremos sin saber nada. Jamás conoceremos nada, y
este vacío se prolongará indefinidamente. Y nosotros dejaremos de ser testigos de él; ni siquiera tendremos esa mínima capacidad para darle sentido en nuestras mentes. Estaremos muertos, muertos,
muertos... ¡sin alcanzar jamás a saber!
No habrá día del juicio, no habrá una explicación final, no habrá ningún momento luminoso en el cual todos los terribles errores cometidos serán corregidos y todos los horrores compensados.